EN EL ABC, DOMINGO 29-07, CENTENARIO SCOUT, DOS PÁGINAS
Antonio Alaminos - (Castor Precavido) 30/07/2007 21:23:31
Centenario Scout: Las nuevas caras de una vieja utopía solidaria
Diario ABC, cuadernillo central del domingo "D7"
POR JUAN FRANCISCO ALONSO
29-7-2007
Jorge Castillo, de catorce años, sabía que mucha gente pensaba que los «scouts» eran unos «pringados que recogían florecillas silvestres en el campo o entonaban canciones religiosas». Un mundo un poco melifluo al que, sin embargo, quería unirse a toda costa. Algunos de sus amigos ya se habían apuntado, y en su distrito (Hortaleza, Madrid) había lista de espera, lo que no dejó de sorprenderle. Esta mañana, Jorge, que en junio terminó segundo de la ESO, está en Puente Asnil, a ocho kilómetros de Potes (Cantabria), en uno de los cientos de campamentos que se organizan en verano en toda España. Dice que algunos de sus amigos aún bromean con su forma de aprovechar el tiempo, pero «qué más da. Lo importante es que he aprendido a colaborar, a compartir, a pensar en positivo. El escultismo te cambia la vida».
El scout es leal y digno de confianza. Es generoso, cortés y solidario. Respetuoso y hermano de todos. El scout defiende y valora la familia. Ama la naturaleza. Los mandamientos de este grupo, los citados y otros, la utopía solidaria y comprometida que creó Robert Baden-Powell, cumplen un siglo, y, al parecer, con una salud de hierro: veintiocho millones de seguidores en el mundo, ochenta mil en España, todos de entre seis y veintiún años, las nuevas caras de una idea que nació durante la segunda Guerra de los Boers (1899-1902), en el sur de África. Baden-Powell y sus tropas peleaban allí en una clara inferioridad de número contra los colonos holandeses, cuando se le ocurrió formar un cuerpo de cadetes que sirviera para ayudar como rastreadores o mensajeros. Funcionó. A la vuelta, este militar sui generis, nacido en Londres (1857) y fallecido en Kenia (1941), era un héroe nacional, y su invento, una bola de nieve que crecía sin pausa. El 1 de agosto de 1907 reunió a veinte jóvenes en un campamento de una semana, en la isla de Brownsea, Inglaterra.
Regreso a la isla de Brownsea
Cien años más tarde, el movimiento recuerda sus orígenes. El Jamboree Scout Mundial (cita que se celebra cada cuatro años) reúne estos días, hasta el 8 de agosto, a cuarenta mil personas de más de 150 países en el parque de Hylands, Chelmsford, 50 kilómetros al noreste de Londres. Y algunos de ellos, un chico y una chica por país, pasarán dos días en Brownsea, el portal de Belén del movimiento de Baden-Powell. Entre los elegidos está Carmelo Mena, dieciséis años, canario, que esta semana ha terminado su campamento en Arucas, Gran Canaria. «Me uní a los scout a los ocho años para entretenerme los fines de semana, pero al final me quedé. Encontré amigos, buenas formas de pensar», afirma, mientras ordena la mochila. Carmelo ha aprendido «a vivir en comunidad y de acuerdo con la naturaleza», a pesar de que algunos conocidos ajenos a la filosofía scout le gasten bromas sin gracia: «Qué, repartiendo galletitas, ¿no?».
En España, el movimiento Scout nació en 1912, impulsado por el capitán de caballería Teodoro Iradier y Herrero y por el escritor Arturo Cuyás. Su Majestad el Rey Alfonso XIII también tuvo mucho que ver en el éxito de la aventura. La apoyó. Incluso cedió terrenos en el monte de El Pardo para instalar los campamentos. Sus fotos en blanco y negro delante de un grupo de niños uniformados son un fresco de época. Como aquella otra imagen, portada de ABC el 29 de agosto de 1916, en la que aparecían los Infantes Don Alfonso y Don Jaime vestidos de exploradores, en Santander.
Julio del Valle, presidente de la Federación de Asociaciones de Scouts de España (ASDE), también estará en Chelmsford, junto a otros ochocientos españoles que habrán pagado una cuota de inscripción de unos 600 euros. Julio tiene ahora treinta y cinco años, y mientras ejerce de anfitrión de un grupo de bolivianos que también se dirigen a la Jamboree 2007, se queja de cómo a veces se frivoliza y caricaturiza la misión de la organización. «A veces nos presentan como tontitos y otras como una especie de rambos que hacen supervivencia en el monte con hachas y cuchillos. Y ni una cosa ni otra». Como casi todos los monitores y ejecutivos, este vallisoletano conoce el escultismo desde abajo, cuando lo descubrió como un divertimento y cuando empezó a entender su complejidad, los valores que defiende: «Solidaridad, tolerancia, asunción de responsabilidades, el carácter formativo, la socialización en positivo.».
El escultismo siempre ha «pescado» seguidores en el caladero de la clase media urbana, pero Julio del Valle cree que hay que ampliar el círculo para llegar «donde la sociedad nos reclame: niños con exclusión social, inmigrantes que no encuentran espacios de integración, el mundo rural, discapacitados. Nos tenemos que hacer útiles entre las familias desestructuradas y los chavales que tienen dificultades».
Los chicos con las chicas
En España funcionan tres grupos avalados por la Organización Mundial del Movimiento Scout, la citada ASDE, el Movimiento Scout Católico -con cerca de 35.000 miembros cada uno- y la Federación Catalana de Escultismo y Guías. «En Cataluña siempre ha calado nuestro mensaje, quizá por el entorno de montañas en el que vivimos, por la afición a las excursiones», afirma Montse Puigdemont, coordinadora de MSC, donde «el trabajo espiritual es importante, aunque cada uno lo viva de una manera diferente». En realidad, la presencia de la religión en el escultismo no es decisiva. «Es otro mito -afirma Julio del Valle-. Estamos en todos los países, menos en algunas dictaduras, como Cuba, y con gente de todas las religiones, de todas las sensibilidades». En España, por cierto, como en la mayor parte del mundo, hay chicos y chicas scouts, casi al 50 por ciento, aunque no ocurre así en Estados Unidos, donde no se mezclan. Las mujeres se alistan en las Girl Scouts, que cumplen 95 años de historia.
Alejandro Merino, veinticinco años, lleva en los scouts desde los siete. «Me pasaba los fines de semana viendo la tele, hasta que mi madre cortó por lo sano. Iba con miedo, porque tenía la idea de que era gente rara», asegura hoy, convertido en monitor tras pasar por todo el escalafón de edades del escultismo, mientras pasea por Madrid. «Tenemos un problema de comunicación -admite-, no sabemos transmitir nuestros esfuerzos en temas educativos. Nos critican, por ejemplo, que llevemos uniforme, y sin embargo todo el mundo admite su eficacia en los colegios». Alejandro cree que el escultismo, por definición, busca ciudadanos críticos, constructivos, que piensen por sí mismos. «Por el movimiento Scout han pasado Spielberg o Bill Gates, y en España, Jordi Pujol, Antonio Resines, Emilio Aragón, o Fran Perea, recientemente».
Comienza otro día en el planeta Scout. A las diez, reunión; luego, hasta las dos, talleres, juegos, actividades temáticas; a continuación, la comida; de cuatro y media a seis, más actividades; a las ocho y media, nueva reunión; a las diez, la cena; y hasta las once y media, la velada. Y así, en cientos de campamentos en verano, Semana Santa y Navidad. El resto del año combinan las actividades urbanas con las excursiones de un día y de fin de semana. Un paisaje quizá parecido al que pensó Baden-Powell, el militar creativo.